Caminaba por ese "puentecito" situado sobre Bulnes, luego de Díaz Velez y antes de llegar a Bartolomé Mitre (en ese medio), que es desolador y gris como los pensamientos de quienes suelen elegir caminar sobre él los días oscuros. Me refiero a los pensamientos de quienes van por la mano izquierda (yo iba por la mano derecha)
Tratando de llegar a esas conclusiones que tanto me gustan porque luego les doy la vuelta, esa vuelta que es mi sello sobre ideas que, a partir de dicho sello, pasan a ser propias.
Pero no tuve conclusión. Encontré imágenes que luego se convertirían en analogías, supongo.
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De pronto ví una situación que se desencadenaba en un coche que pasó al lado mío. Una mujer de unos cuarenta y tantos años, sentada en el asiento delantero (el del "acompañante") con su esposo (supongo) al volante y una niña de unos 7 años, atrás, sentada en el medio como invitando a compartir su infancia a quienes iban adelante.
De un momento a otro escuché gritos y ruidos estremecedores. La mujer abrió la puerta del vehículo mientras gritaba: Me tiro. No aguanto más esta vida de mierda y no los aguanto más a ustedes que son una mierda, también. Me tiro hijos de puta. Me cagaron la vida.
Acto seguido, la niña que se aferraba ya no a la pierna de la mujer sino al pedazo de tela que formaba parte de la pollera, lloraba (de una forma que jamás voy a olvidar) con desesperación y decía: Mami no, mami no me dejes, mami no desaparezcas... no me dejes solita.
Me distraje unos segundos como queriendo volver a mi lógica pero nuevamente me atrapó la escena. El hombre tomó a la mujer de una manotazo (se seguían escuchando los alaridos de la niña) y la volvió adentro del coche. Luego, escuché un portazo que me anunciaba que habían cerrado, por fin, la puerta del auto. Y ya no escuché nada más.
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Respiré profundamente, cambié la canción que sonaba en mi Ipod, seleccioné específicamente "Los dinosaurios" (Charly García) y retomé la caminata.
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Más tarde, abrí la puerta de mi casa. Busqué un disco de David Gilmour. Play y volumen. Mucho volumen. Encendí un cigarrillo, dejé mis cosas en el sillón. Me senté en el piso y sentí la misma desesperación que sintió esa niña que había visto en el camino.
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LoveBoy desapareció.
Mi gran "porahora" amigo, desapareció.
Ringo, desapareció.
Ese hermano adorado que tuve, desapareció.
La niña del auto, desapareció.
Y, esos otros que aún no puedo mencionar, desaparecieron.
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Y con todos ellos, desapareció mi confianza en la permanencia de lo que me hacía creer que algo no iba a desaparecer.
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Dos medidas de Scotch, hielo, un chorrito de agua y salud.
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Cuando todo desaparece no queda nada.
Play. Volumen. John Lennon - que desapareció - con Starting Over.
Hoy, frente al puentecito feo de Bulnes, tomé la mano izquierda.
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Mientras escribía, no pude escuchar otra cosa más que Spiritual by Johnny Cash. (por cierto, también desapareció)