18 junio, 2008

Los Dinosaurios

Caminaba por ese "puentecito" situado sobre Bulnes, luego de Díaz Velez y antes de llegar a Bartolomé Mitre (en ese medio), que es desolador y gris como los pensamientos de quienes suelen elegir caminar sobre él los días oscuros. Me refiero a los pensamientos de quienes van por la mano izquierda (yo iba por la mano derecha)
Tratando de llegar a esas conclusiones que tanto me gustan porque luego les doy la vuelta, esa vuelta que es mi sello sobre ideas que, a partir de dicho sello, pasan a ser propias.
Pero no tuve conclusión. Encontré imágenes que luego se convertirían en analogías, supongo.
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De pronto ví una situación que se desencadenaba en un coche que pasó al lado mío. Una mujer de unos cuarenta y tantos años, sentada en el asiento delantero (el del "acompañante") con su esposo (supongo) al volante y una niña de unos 7 años, atrás, sentada en el medio como invitando a compartir su infancia a quienes iban adelante.
De un momento a otro escuché gritos y ruidos estremecedores. La mujer abrió la puerta del vehículo mientras gritaba: Me tiro. No aguanto más esta vida de mierda y no los aguanto más a ustedes que son una mierda, también. Me tiro hijos de puta. Me cagaron la vida.
Acto seguido, la niña que se aferraba ya no a la pierna de la mujer sino al pedazo de tela que formaba parte de la pollera, lloraba (de una forma que jamás voy a olvidar) con desesperación y decía: Mami no, mami no me dejes, mami no desaparezcas... no me dejes solita.
Me distraje unos segundos como queriendo volver a mi lógica pero nuevamente me atrapó la escena. El hombre tomó a la mujer de una manotazo (se seguían escuchando los alaridos de la niña) y la volvió adentro del coche. Luego, escuché un portazo que me anunciaba que habían cerrado, por fin, la puerta del auto. Y ya no escuché nada más.
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Respiré profundamente, cambié la canción que sonaba en mi Ipod, seleccioné específicamente "Los dinosaurios" (Charly García) y retomé la caminata.
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Más tarde, abrí la puerta de mi casa. Busqué un disco de David Gilmour. Play y volumen. Mucho volumen. Encendí un cigarrillo, dejé mis cosas en el sillón. Me senté en el piso y sentí la misma desesperación que sintió esa niña que había visto en el camino.
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LoveBoy desapareció.
Mi gran "porahora" amigo, desapareció.
Ringo, desapareció.
Ese hermano adorado que tuve, desapareció.
La niña del auto, desapareció.
Y, esos otros que aún no puedo mencionar, desaparecieron.
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Y con todos ellos, desapareció mi confianza en la permanencia de lo que me hacía creer que algo no iba a desaparecer.
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Dos medidas de Scotch, hielo, un chorrito de agua y salud.
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Cuando todo desaparece no queda nada.
Play. Volumen. John Lennon - que desapareció - con Starting Over.
Hoy, frente al puentecito feo de Bulnes, tomé la mano izquierda.
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Mientras escribía, no pude escuchar otra cosa más que Spiritual by Johnny Cash. (por cierto, también desapareció)

08 junio, 2008

Encuentro con el Diablo

Comienzo a recorrer estados internos que estaban totalmente envejecidos muy al fondo de todo. Sentirse de nuevo con ciertas necesidades, sensaciones, sentimientos. Al mismo tiempo, con muchas dudas e inseguridades que, en caso que alguien me esté contando lo mismo, le aconsejaría que lo hable. Pero Lucy no lo habla. Siempre hay algo para que se pueda dejar para la próxima. Y entonces más ruido interno porque eso empuja. Y cuando ya se convierte en algo que molesta, entonces el boicot.

El boicot incluyó, un encuentro lo suficientemente autoimpuesto como para que lo evite hasta último momento con PunkBoy. Lo pasé bien. Ya se de qué se trata. Ya se de que no se trata.

Más salidas con mi Mushkil Gusha, que han sido encantadoras y bellas hasta que dejó de serlo por caer en un lugar que ya no necesito.

Y cuando se me ocurrió pensar que estaba bien (a altas horas de la madrugada) que me venga a buscar un amigo en lugar de girar (eso prometía la noche - día) para sentirme un poco más sobre la tierra, mientras mirábamos Closer o escuchábamos a Floyd, él no tuvo mejor idea que mostrarme que no hay amistad y entonces, conocer su dos plazas para volver a casa sientiéndome totalmente sucia, invadida y despreciada. Me bañé 3 veces en una hora y veinte que permanecí despierta porque, luego, por suerte se me ocurrió ir a dormir por unas veintipico horas seguidas. Pongamos que lo llamaremos, FuckBoy. Si lo cruzan, dejenlo pasar. (encima, es de los que no dicen que te vayas, sino que lo tenés que suponer)
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¿No es más sencillo decirle a mi LoveBoy que me angustio cuando se va?

Parece que no.
Ay Lucy.